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Mercurio, Venus y Júpiter al atardecer
(Oviedo, 26-5-2013)
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Y dentro de unos cuantos millones de años más, si la expansión del universo es como se piensa en la actualidad, nuestros descendientes -después de haber escapado a la explosión de nuestra estrella (el Sol) que nos dio la vida, esquivado la las terribles radiaciones beta emitidas por la explosión de alguna supernova cercana (como será la de Betelhause), y de haber tenido la suerte de permanecer anclados a nuestra estrella de referencia después de habernos unido al chocar con la galaxia de Andrómeda-, podrán apreciar, que en el cielo solo se encontrará iluminado con las estrellas de esta recién formada galaxia. No se verán ninguna de los millones de estrellas, galaxias, cúmulos o clúster que podemos apreciar en la actualidad. Ni siquiera podremos deleitarnos con la radiación de fondo. Con la actual expansión del universo, llegará un momento en que los objetos del cosmos, tendrán tal velocidad de escape y se encontrarán tan lejos, que su luz ya no llegará nunca más a a nuestros ojos. Las enciclopedias galácticas relatarán que hubo un tiempo en que al mirar cualquier punto del cielo, este, estaba repleto de objetos brillantes y, les resultará increíble y extraño pensarlo. Carecerán de referencias estelares para poder referenciar el estado evolutivo del universo en el que se encuentran; serán una isla de luz galáctica en medio de una vasta oscuridad cósmica.
Entonces ya, solo nos quedará esperar a que la entropía termine su trabajo de disipar la energía de todo el universo, hasta que esta vastedad que conocemos, se convierta en algo casi infinitamente disperso, ilimitado y frío.
Mientras tanto hay que aprovechar las oportunidades que nos surgen para apreciar la belleza del momento del que nos a tocado ser conscientes... mientras se pueda, como si fuesen "lágrimas en la lluvia".
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