8/1/13

AGUA Y PIEDRA


   Con la anterior entrada no quiero decir que solucione la falta de colores forzando las texturas del blanco&negro. Por ejemplo, enclavado en el la parroquia de Paredes comienza una entretenida senda que atraviesa Les Foces del río Esva. Nel pueblo de Bustiello (comienzo de la ruta), podemos ver una  pequeña edificación a punto de desmoronarse, en la que dos viejos molinos se encuentran en una desigual lucha contra el paso del tiempo y el abandono secular. La imaginación es fácil presa y enseguida se deja llevar, y te llena la cabeza con el ruido del chapoteo del agua bajo el suelo, del chirriar los dos ejes del molino a pleno funcionamiento, mientras los molineros a voz en grito para hacerse oír, trabajan en duras jornadas preparando la harina, quizás de escanda o de algún otro cereal de pobre alimento. Pero ahora el molino está acumulando el polvo de la historia, la naturaleza reclama tomar posesión de lo que es suyo y el blando suelo de la fértil vega sucumbe con el peso de las paredes, que amenazan con desmoronarse en cualquier momento.

 Como decía, ahora esta quieto, descansando, quizás ya para siempre. La rugosidad de la piedra quiere asemejarse a la de la piel de los rostros de los que, quizás aun vivos, hayan trabajado en él.  Pero no renuncié a la última, débil y tibia luz de este soleado día de invierno, que penetrando por donde una vez hubo una ventana abierta al atardecer, me regala un último minuto de una apagada luz que le brinda cierta calidez al conjunto.

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