12/6/11

DESPEDIDA


   Solamente resistió un día de enlutada duermevela, antes de despertarse sobresaltado al final de la inquieta noche y, darse cuenta, con desgarradora lucidez -mientras la habitación se dejaba inundar con las primeras luces del amanecer-, de lo mucho que a partir de aquel momento iba a echar de menos aquellos momentos vividos juntos; que antaño indolentemente calificaba de: insufribles manías.

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